La
ciudad secuestrada
Víctor D. Corcuera Cueva
Despedimos
un año abrumados por diferentes problemas, entre ellos: la inseguridad
ciudadana y el caos urbano. Sin voluntad política se impide el bienestar común
y el desarrollo social de nuestra ciudad.
El
crimen organizado ha ganado terreno en toda la provincia a un nivel donde ya no
importa si estamos en una zona residencial, en un parque, en un bus
interprovincial, o en un centro comercial; la sensación de inseguridad está en
todos lados. Noticias acerca de sicarios, arreglos de cuenta y extorsiones
continúan copando los titulares de la prensa, causando un estado de terror en
la población y visitantes.
Las
bandas criminales se han repartido la ciudad dándonos la impresión que caminamos
en territorios con nombre propio. Al no haber una repuesta contundente por
parte del Estado, muchos ciudadanos prefieren seguir pagando cupos para tener
la sensación de estar protegidos.
De
otro lado, de no existir la arquitectura monumental del Centro Histórico, daría
lo mismo caminar en el mercado mayorista o por el jirón Gamarra. El desorden y
el caos ha invadido la ciudad, despojándonos de los espacios públicos. El caos
y el desorden público son parte de la postal urbana. Mientras que las
autoridades públicas se auto-entregan reconocimientos, la ciudad sigue
secuestrada de su ineptitud, quedando afectados los sectores económicos cómo el
Turismo. De nada sirve que promocionen fotos de la ciudad y sus atractivos
turísticos cuando la realidad está muy distante de la publicidad turística.
Que
este 2020 se caracterice por un cambio positivo en las decisiones de las
autoridades y que, finalmente, entiendan que nuestra ciudad no es su chacra ni
de los delincuentes que la tienen secuestrada, sino la gran casa de todos los
que viven en esta hermosa ciudad, Trujillo.
Trujillo,
31 de diciembre de 2019
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