Primavera
gris
Víctor D. Corcuera Cueva
Ayer
se inició la primavera, la estación que debería representar a nuestra ciudad. Sin
embargo, a causa de la pésima gestión ambiental -y no solamente por el cambio
climático-, Trujillo ha dejado de ser la capital de esta emblemática estación.
Los
que hemos nacido antes de la década de 1990, hemos tenido la suerte de
disfrutar de una ciudad apacible, calma y, en cierto modo, limpia. Los
festivales de marinera y primavera, se convertían en los eventos que todos esperábamos.
En enero la gran mayoría de trujillanos acudía al Gran Chimú para alentar y
deleitarse del baile, espontaneo –y no tan deportivo cómo lo es ahora- de
marinera. Locales y foráneos aprovechaban para veranear en los balnearios de
las Delicias, Buenos Aires y Huanchaco.
De
otro lado, en setiembre, el evento mejor disfrutado era el corso primaveral.
Los carros alegóricos, lejos de ser avisos publicitarios, eran el resultado de
trabajos de artesanos, arquitectos y artistas. Toda la avenida España era ocupada
por niños y adultos, un verdadero campo ferial que duraba un solo día. ¡Qué
buenos tiempos!
La
inesperada lluvia de la semana pasada nos volvió a la realidad. Una ciudad sin
ordenamiento territorial con una pésima infraestructura vial y un nivel discutible
de civismo por parte de su población. La invasión y proliferación de inmuebles
de concreto armado indica que Trujillo es una ciudad del color del cemento y sin
parques ni flores que equilibren el monótono paisaje urbano.
No
obstante, esta gris realidad, el aporte de los ingenieros ambientales y
paisajistas podría revertir la situación. Es tiempo que los que toman el
gobierno político dejen de ver a Trujillo como su chacra, dejando a su paso una
ciudad saqueada y erosionada. ¡Basta!
Artículo
de opinión publicado en el diario La Industria de Trujillo.
Martes,
24 de setiembre de 2019.
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