Otros
mundos son posibles
Víctor D. Corcuera Cueva
El
cambio climático es un hecho irreversible. Los resultados, de la evaluación de
ecosistemas, indican que 1 millón de especies –entre animales y plantas- se
enfrentan a la extinción. Sin embargo, debemos tener en cuenta que los
organismos no se extinguen por voluntad propia, son las industrias –en gran
parte- que, con la licencia del sistema, han provocado estas extinciones. La
cuota de corresponsabilidad es de todos, entonces ¿Qué hacer para mitigar nuestros
impactos negativos?
En
otras latitudes, se ha puesto en marcha diferentes iniciativas para mejorar la
calidad de vida. Algunas de éstas ya existentes -milenios atrás- en las
sociedades andinas, como el Ayni. O sea, la interacción de una comunidad para
beneficio mutuo y colectivo. Otras, más contemporáneas, como el uso compartido
del coche; permiten ahorrar tiempo, dinero y combustible, en el desplazamiento
de largas distancias. ¿En nuestra realidad local, estamos listos para dar un
paso adelante?
Una
situación delicada es que desconocemos el origen de los alimentos que
consumimos. La agroindustria, con el uso de pesticidas, no solo pone en riesgo
nuestra salud, sino también es responsable de la extinción de la biodiversidad
global. En tal sentido, los biohuertos urbanos, son de máxima prioridad. Si el
Gobierno, presionado por los lobbies multinacionales, no protege la salud de la
población, la respuesta debe emerger desde abajo.
Es
tiempo de cultivar nuestros alimentos, aprovechar al máximo los espacios de las
casas. Cambiar el césped por un biohuerto, será uno de los hechos más
revolucionarios para mejorar nuestros mundos.
Artículo
de opinión publicado en el diario La Industria de Trujillo.
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