jueves, 30 de mayo de 2019

ADOBE y QUINCHA


Adobe y quincha

Víctor D. Corcuera Cueva


Nuestro país está ubicado en el cinturón de fuego del Pacifico, área caracterizada por las fricciones de las placas tectónicas continentales y oceánicas. Lo cual convierte a los Andes Centrales en un territorio altamente sensible a la actividad sísmica y volcánica. Esta realidad sísmica fue conocida por nuestros ancestros desde el periodo Paijanense, o sea desde el primer momento que, el actual territorio peruano, empezó a ser poblado. Desde entonces nuestros ancestros tuvieron que adaptarse y, con el tiempo, desarrollar tecnologías constructivas coherentes para mitigar los impactos de las ondas sísmicas.

El dato arqueológico nos demuestra que la quincha y el adobe, fueron las tecnologías constructivas más utilizadas en la Costa Norte. Ambas fueron utilizadas para edificaciones civiles y públicas; monumentales y rusticas. El uso de estas tecnologías perduró siglos después de la llegada de los ibéricos y aún durante la República. Los inmuebles del centro histórico de Trujillo, por ejemplo, emplean ambas: la primera planta es en adobe y la segunda en quincha.

Sin embargo, ambas tecnologías no son sismo-resistentes per se, éstas fueron concebidas por especialistas en diseño y construcción, prueba de esto son las magníficas Huacas que, a pesar que sus estructuras están fatigadas, siguen de pie siglos después.
En tal contexto y frente al silencio sísmico, de casi 50 años en la costa norte, es tiempo que las facultades de arquitectura empiecen a plantear soluciones prácticas y sostenibles, en los futuros proyectos urbanísticos. El adobe y la quincha, son tecnologías que podrían ser una solución inmediata ante los sismos.

El adobe y la quincha, además de ser sismo-resistentes, son estéticas y ambientalmente sostenibles. Sin duda, la solución para un futuro cercano.

Artículo de opinión publicado en el diario La Industria – Trujillo.
Martes 29 de mayo de 2019

Artículo en versión PDF: pulse aquí



martes, 21 de mayo de 2019

¿El fin de la Quebrada Santo Domingo?


¿El fin de la Quebrada Santo Domingo?



Víctor D. Corcuera Cueva

El Certificado de inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA) es el documento que permite, a diario, la liberación de sitios arqueológicos a nivel nacional. Para esto, diversas empresas vinculadas a proyectos de inversión, cuentan con profesionales y bachilleres para lograr tales fines. En La Libertad, la liberación de sitios empezó desde antes que exista tal documento y con el criterio técnico de los funcionarios del ex INC. Un caso concreto es Chavimochic. Sin embargo, no todos los sitios fueron liberados, algunos de ellos fueron declarados Patrimonio arqueológico. No obstante, haber sido incluidos como bienes del Estado, actualmente ya cuentan con el CIRA, desestimando su evidencia arqueológica. 

Un tema emblemático es el Área arqueológica Arenales de Santo Domingo, en el cual se ha proyectado un nuevo Centro Poblado que, aparentemente, ya tiene el CIRA. La Municipalidad de Laredo, desde su gestión anterior, viene promoviendo la creación de una urbanización en este espacio. La situación es muy grave puesto que son Áreas arqueológicas y no han sido debidamente investigadas –solo registradas-. Otras realidades, cómo las actuales excavaciones en Pampa La Cruz, es una referencia para tomar en cuenta y ahondar en las investigaciones.

En tal sentido, la DDC-La Libertad, debería asumir su rol de defensa y protección del Patrimonio.  Si hasta la fecha no han cumplido en restaurar las geoquilcas de la Quebrada Santo Domingo ¿cómo pretenden seguir liberando sitios comprometiendo la conservación del su entorno inmediato?

Es muy probable que la creación de un nuevo centro poblado en este sector motive invasiones a la Quebrada Santo Domingo, afectando irreversiblemente toda la evidencia arqueológica.  

Artículo de opinión publicado en el diario La Industria de Trujillo.
Martes, 21 de mayo de 2019

Artículo en versión PDF: pulse aquí






martes, 14 de mayo de 2019

Viringos en abandono


Viringos en abandono



Víctor D. Corcuera Cueva


El Perro Sin Pelo Peruano (PSPP) -conocido también como Viringo- de acuerdo a la Ley N° 27537, es Patrimonio Nacional y se le reconoce como oriundo del Perú. Asimismo, desde el 2001, el Estado dispuso la ubicación de éstos en todos los museos de sitio y zonas arqueológicas ubicados en la costa peruana. Desde entonces, por sus características genéticas y su relación en contexto con los sitios arqueológicos, son parte de la experiencia durante las visitas turísticas.

Sin embargo, desde hace algunos años, varios ejemplares del PSPP en Chan Chan, lucen abandonados, con síntomas de estar enfermos y desnutridos. Algunos de ellos han fallecido, en condiciones extrañas, después de haber sido reubicados a la Huaca Tacaynamo. Frente a esta situación, los Guías de Turismo Gianny Ortiz y Everth Paredes, se han involucrado. Son ellos quienes, –con su propio peculio- alimentan, desparasitan, curan las heridas y asean a los PSPP de Chan Chan. A diario hacen lo que, por Ley, la DDC-La Libertad debería cumplir.

Considerando que, los museos deberían de contar con las condiciones necesarias que permitan su desarrollo natural y crianza, es absurdo que la DDC-La Libertad, no pueda disponer de un presupuesto para estos fines. Desconocemos si los PSPP de Chan Chan tienen ficha técnica, o sea la información básica, donde este anotado su nombre, peso, talla, vacunas, desparasitación, alimentación, etc.

Urge la necesidad que el Comité Nacional de Protección del Perro sin pelo del Perú cuente con un plan de conservación y mejora genética de los ejemplares en Chan Chan. Sólo a través de acciones sostenibles se podrá mantener y mejorar la raza del perro Viringo.

Artículo de opinión publicado en el diario La Industria de Trujillo.
Martes, 14 de mayo de 2019

Artículo en versión PDF: Pulse aquí






martes, 7 de mayo de 2019

Otros mundos son posibles


Otros mundos son posibles


Víctor D. Corcuera Cueva


El cambio climático es un hecho irreversible. Los resultados, de la evaluación de ecosistemas, indican que 1 millón de especies –entre animales y plantas- se enfrentan a la extinción. Sin embargo, debemos tener en cuenta que los organismos no se extinguen por voluntad propia, son las industrias –en gran parte- que, con la licencia del sistema, han provocado estas extinciones. La cuota de corresponsabilidad es de todos, entonces ¿Qué hacer para mitigar nuestros impactos negativos?

En otras latitudes, se ha puesto en marcha diferentes iniciativas para mejorar la calidad de vida. Algunas de éstas ya existentes -milenios atrás- en las sociedades andinas, como el Ayni. O sea, la interacción de una comunidad para beneficio mutuo y colectivo. Otras, más contemporáneas, como el uso compartido del coche; permiten ahorrar tiempo, dinero y combustible, en el desplazamiento de largas distancias. ¿En nuestra realidad local, estamos listos para dar un paso adelante?

Una situación delicada es que desconocemos el origen de los alimentos que consumimos. La agroindustria, con el uso de pesticidas, no solo pone en riesgo nuestra salud, sino también es responsable de la extinción de la biodiversidad global. En tal sentido, los biohuertos urbanos, son de máxima prioridad. Si el Gobierno, presionado por los lobbies multinacionales, no protege la salud de la población, la respuesta debe emerger desde abajo.

Es tiempo de cultivar nuestros alimentos, aprovechar al máximo los espacios de las casas. Cambiar el césped por un biohuerto, será uno de los hechos más revolucionarios para mejorar nuestros mundos.

Artículo de opinión publicado en el diario La Industria de Trujillo.
Martes 7 de mayo de 2019

Versión PDF: Pulse aquí





MORTEM