martes, 28 de abril de 2020

Confinamiento


Confinamiento
Víctor D. Corcuera Cueva

Estamos a tres semanas desde que el presidente Martín Vizcarra decretó, a causa del brote del Covid-19, el estado de emergencia nacional y aislamiento social. Desde entonces, el ritmo de nuestras vidas ha dado un giro sorprendente. El mundo globalizado que hemos conocido ya no es el mismo, estamos en pausa, confinados en nuestros domicilios con la esperanza que todo termine pronto para retomar nuestras actividades y volver a la normalidad.

Las condiciones no son las mismas para todos. Las brechas sociales y económicas resaltan más durante el periodo de confinamiento. El acceso a servicios básicos es uno de los principales indicadores de las desigualdades en nuestro país. Sin embargo, no es la primera vez que nuestra sociedad se enfrenta a situaciones difíciles. Hemos pasado situaciones muy complicadas durante los periodos de la violencia y la epidemia del Cólera, por ejemplo.

No obstante, podríamos reaccionar de manera pro activa para con nuestra sociedad. Durante la época del Tahuantinsuyu existió un sistema de reciprocidad y cuidado mutuo, el Ayni. Un sistema que aún persiste en las comunidades andinas.  En tal sentido, es el momento de generar y activar las redes solidarias. Organizarnos a nivel de barrio, identificar las necesidades básicas de las familias y apoyarlas. Nuestros ancestros andinos nos han legado este sistema humanista y, en un futuro próximo, lo vamos a necesitar más seguido.

Por otro lado, es imperante la creación de huertos urbanos. Cada grupo vecinal podría generar sus propios alimentos y, sobretodo, dar la oportunidad a que los niños y ancianos participen de forma activa. Aportemos a mejorar nuestro entorno social, lo cual si está en nuestras manos.

Publicado en el diario La Industria de Trujillo
Trujillo, 7 de abril de 2020

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